Expuestos a modo de puntos, durante el testimonio se vieron los siguientes aspectos:
- Comunión constante con Dios: este es el gran fruto de la oración.
- Cuanto más activa es la vida, más contemplativa ha de ser.
- Ser hombre y mujer de oración (no puede ir por un lado la vida y por otro la oración). No debe haber fronteras entre la oración y la vida.
- No debe haber dualidad en nosotros. Hay que vivir en continua presencia de Dios.
- Durante la jornada del Beato Manuel González, una pequeña jaculatoria paladeaba durante todo el día, haciéndole volar constantemente al Corazón de Jesús.
- El calor del corazón lo mantenía con frecuentes visitas al Sagrario. Centraba toda su acción en el Señor.
- Mantenía la presencia continua del Señor, ya que toda su acción no tenía más que un solo objetivo: contentar a Dios.
- Hasta de noche, el pensamiento del Beato Manuel González volaba al Señor. Cuando se despertaba solía decir “Yo tuyo, tuyísimo. Tú mío, miísimo”.
- Le pedía a la Virgen Inmaculada la gracia de hacerlo todo orando, como ella.
- El Beato Manuel González fue maestro de oración. Enseñó a orar de una forma muy sencilla. Este conocimiento se basaba en reconocer la indigencia y debilidad propia y ponerla en manos del Señor para que lo socorriera.
- La miseria de rodillas con las manos extendidas ante la misericordia omnipotente del Corazón de Jesús.
martes, 9 de noviembre de 2010
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