Chiara Badano nace en Sassello (diócesis de Acqui, provincia de Savona) el 29 de octubre de 1971, después de 11 años de espera por parte de sus padres. Vive una infancia serena y una adolescencia serena, en una familia muy unida de la que recibe una sólida educación cristiana.
Chiara tiene un carácter generoso, extrovertido y exuberante: con sólo 4 años elige con cuidado los juguetes que ha de regalar a los niños pobres (“No puedo dar juguetes rotos a los niños que no tienen”). En primaria se prodiga con mil atenciones hacia su compañera de pupitre, huérfana de madre: en Navidad, por iniciativa de su mamá la invita a almorzar, y pide que arreglen la mesa con el mantel más bonito, porque “¡hoy estará Jesús con nosotros!”.
Escucha con atención las parábolas del Evangelio y se prepara con un empeño particular para recibir a Jesús en la Eucaristía. Impresiona su recogimiento y su atención al leer la Palabra de Dios y seguir la Misa.
Su vida se ve iluminada por simples florecillas. Una noche escribe: “Una compañera tiene escarlatina, y todos tienen miedo de ir a visitarla. De acuerdo con mis padres, se me ocurre llevarle las tareas, para que no se sienta sola. Creo que más allá del temor, es importante amar”.
Con 9 años descubre el Movimiento de los Focolares, y adhiere como gen (los jóvenes de los Focolares) el Ideal de la unidad. Además de su compromiso en el Movimiento Gen, trabaja activamente en la vida de la parroquia y en la diócesis. En el ’81, con sus padres, participa en Roma en el Family Fest, manifestación mundial de los Focolares. Es el inicio, de una nueva vida para los tres. Se compromete con pasión en el Movimiento, con las gen. En su pequeño pueblecito, Chiara se lanza a amar a sus compañeras de escuela, a cualquiera que pasa a su lado, decidida a vivir con radicalidad el Evangelio que la ha fascinado.
"He descubierto el Evangelio bajo una luz nueva. He descubierto que no era una cristiana auténtica porque no lo vivía profundamente. Ahora quiero hacer de este magnífico libro mi único objetivo. No quiero y no me puedo quedar analfabeta ante un mensaje tan extraordinario. Como para mí es fácil aprender el alfabeto, así también debe ser vivir el Evangelio”.
Comienza una correspondencia con Chiara Lubich que se volverá cada vez más constante. A ella le confía descubrimientos y pruebas, hasta el final. En junio de 1983, con 12 años, participa en su primer congreso gen internacional en Rocca di Papa. Escribe a Chiara: “He descubierto a Jesús abandonado en un modo especial”. Y en noviembre: “He descubierto que Jesús Abandonado es la llave de la unidad con Dios y quiero elegirlo como mi esposo y prepararme para cuando venga. ¡Preferirlo!”.
El amor a Jesús abandonado es uno de los pilares de la espiritualidad del Movimiento de los focolares, recordamos las palabras originales de Chiara Lubich, su fundadora: “Si el mayor abandono de Jesús fue sentirse abandonado por el Padre, nosotras lo elegimos como ideal y le seguimos así”.
A partir de entonces, la vida de Chiara Luce se orienta por completo a descubrir la presencia de Jesús abandonado en todos los momentos del día a día (de su diario de los años ‘83-‘86):
El otro día sustituí a mamá yendo a dormir a la casa de los abuelos que no están muy bien. Habría querido irme a acostar porque estaba un poco cansada, pero pensé que, como tengo el sueño pesado, si los abuelos necesitaban ayuda no les iba a escuchar, por eso me quedé despierta, ofreciendo todo a Jesús Abandonado. De hecho, durante la noche el abuelo se despertó y yo le pude ayudar. En la mañana estaba cansada, pero muy feliz.
Todos le toman el pelo - «Sassello es un pueblecito pequeño y las cosas se saben rápido. De hecho todos sabían que yo era una gen y me llamaban “monja”. No sabía cómo comportarme en este último período, pero en la Mariápolis (el encuentro veraniego del Movimiento) encontré la respuesta: ¡Él! La experiencia de una gen 3 sobre como vivir contracorriente se refería a lo que me estaba pasando. Estaba feliz, había encontrado el secreto. Regresando a casa todos sabían donde había estado porque el párroco lo había dicho en clase. Por la mañana, cuando volví a clase, mis compañeras, que normalmente se quedaban hablando conmigo, me aislaron, yo estaba triste pero feliz abracé a Jesús Abandonado.
Al día siguiente había una excursión y todas mis compañeras habían decidido ya con quién sentarse en el bus. Yo en cambio me quedé sin compañera, también esto era Jesús Abandonado. Pero esa misma mañana una compañera me preguntó si quería sentarme con ella porque su amiga estaba con otra muchacha, ¡era el céntuplo!
Estoy en cama con varicela, como primera cosa la idea de no poder participar en el encuentro me entristece mucho. Recé. Lo reconocí: el Él, Jesús Abandonado.
"Como habrás sabido estoy enferma. Dos días después de mi Confirmación me veo obligada a estar en casa sola y además en cama porque tengo fiebre. Perdí un mes de clases. Esto para mí es muy duro. Decía: será posible, ¡precisamente a mí me tenía que pasar! En la escuela ya hicieron dos tareas en clase y yo me estoy quedando atrás. Pero enseguida dije: “esto para mí es Jesús Abandonado y tengo que amarlo lo más posible”. Así hice. Después de dos días, supe que a una compañera mía se le murió el papá. Dije: mi dolor es bien poco en comparación con el de mi compañera y volví a empezar".
Una mudanza “un poco dolorosa” - «Estos últimos días son un poco difíciles porque después de que nos mudamos a Savona han surgido varias dificultades, entre las cuales la escuela (estoy en bachillerato). El cambio de casa ha sido para mí un poco doloroso porque me había encariñado mucho con Sassello. Respondía a este dolor poniendo cara larga todo el día. Después entendí que era un rostro de Jesús Abandonado. Era difícil decirle que Sí... pero lo intenté, empezando por darle una mano a mi mamá y a mi papá con los últimos arreglos, estudiando para hacer la Voluntad de Dios, haciendo el propósito todas las mañanas. La vida se transforma y después con el inicio de los encuentros gen 3 parece que Jesús me da una mano para volver a empezar siempre ».
(3 de octubre de 1986)
Cuando entré por primera vez en clase tenía un poco de miedo, porque no conocía a nadie y temía que fácilmente me dejaran de lado. Después pensé que me podía asemejar un poquito a Jesús Abandonado y llena de alegría entré a la clase. Los compañeros han sido muy simpáticos conmigo y ya nos conocemos todos. Le pedí a Jesús estar dispuesta a quererlos en todo momento».
Tiene 17 años cuando durante un partido de tenis sintió un fuerte dolor en el hombro. Su madre nos cuenta: «A los 17 años, mientras estaba jugando tenis. La vi regresar a casa con el rostro pálido. “Sentí un dolor tan fuerte en el hombro –me dijo- que se me cayó la raqueta”. Un médico de Sassello, primo de Ruggero, nos sugirió que la lleváramos a Santa Corona. Allí le hicieron una placa y nos tranquilizaron diciendo que era una luxación, que se curaría en veinte días con un vendaje. Pero Chiara seguía sintiendo dolor, le empezaron a infiltrar el hombro, pero no hubo ninguna mejoría. Ya no iba al gimnasio y prefería tirarse en el sofá que salir a pasear con sus amigas. Durante las vacaciones de Navidad decidió llamar ella misma al médico para pedirle que hiciera otros análisis. Al día siguiente, ya ingresada en el hospital, se dedicaba a las personas que tenía alrededor. En especial había una muchacha, en otra habitación, que estaba allí para desintoxicarse de la droga. Chiara le lavaba el cabello y le hacía mucha compañía. Viéndola más cansada, le pedimos que se limitara, pero ella nos cayó con un seco: “Ya tendré tiempo para descansar”. Con el TAC supimos lo que tenía: un sarcoma óseo. En ese momento sentí que me moría. Abrazándome fuerte a Ruggero nos dijimos: “Sólo Jesús nos puede ayudar a decir nuestro sí” y le pedimos con fuerza a la Virgen que “tomara de la mano a Chiara por este nuevo camino”.
«Poco después nos trasladamos a Rovegliasco, cerca de Turín, porque Chiara tenía que empezar la quimioterapia. Ese día no pude acompañarla porque tenía flebitis y el médico me había prohibido hacer cualquier movimiento. Después de dos horas interminables Ruggero y Chiara regresaron. Ella caminaba delante, lentamente, envuelta en su abrigo verde. Su rostro era serio y miraba hacia el suelo. Le pregunté cómo le había ido, y sin siquiera mirarme a la cara, me respondió: “Ahora no me hables”, y se tiró en la cama con los ojos cerrados. Aquel silencio era terrible, pero tenía que respetarlo. La miraba y veía por la expresión de su rostro la lucha que estaba combatiendo dentro de sí para decir sí a Jesús. Así pasaron 25 minutos. A un cierto punto se dirigió hacia mí, con la sonrisa de siempre, diciendo: “Ahora puedes hablar”. En ese momento, en mi interior, me pregunté cuántas veces habría tenido que repetir ese sí en el dolor. Pero Chiara empleó, como dije antes, 25 minutos y desde entonces nunca se echó para atrás ».
Pronto Chiara pierde el uso de las piernas. Una nueva operación se revela inútil, pero lo que la sostiene en los momentos más duros es la unión con “Jesús Abandonado”, el cual sobre la cruz no advierte la presencia consoladora del Padre. Y Chiara afirma: “Si en estos momentos me preguntaran si quiero caminar, diría que no, porque así como estoy, me encuentro más cerca de Jesús”.
Su médico, una persona no creyente y crítica respecto a la Iglesia, dirá: “Desde que conocí a Chiara, algo ha cambiado dentro de mí. En ella hay coherencia, en ella todo el cristianismo me cuadra”.
A pesar de estar ya reducida a la inmovilidad, Chiara se mantiene activísima: vía telefónica, sigue el naciente grupo de Jóvenes por un Mundo Unido de Savona, se hace presente en congresos y actividades varias con mensajes, tarjetas, carteles, para hacer conocer a sus amigos y compañeros de clase, a las y los gen…Invita a muchos de ellos al Genfest ’90 (manifestación internacional de los Jóvenes por un Mundo Unido, celebrado en Roma, en mayo del ’90), evento que Chiara tiene la dicha de seguir en directo gracias a la antena
parabólica que le instalaron en el techo de su casa. Ella misma decía: “Yo no debo hablar de Jesús, sino dar a Jesús con mi comportamiento”.
Persevera en el ofrecimiento de su dolor: “A mí me interesa sólo la voluntad de Dios, hacer bien esa; en el momento presente: estar al juego de Dios”. Y aún más: “Lo he perdido todo (respecto a la salud), pero todavía tengo el corazón, y con éste puedo siempre amar”. La sostiene la certeza de ser “inmensamente amada por Dios”. Y es esto lo que la mantiene firme en su fe. A su mamá, que titubea al pensar cómo hará sin ella, le responde: “¡Confíate en Dios, y habrás hecho todo!”.
La gente del pueblo y los alrededores viene a verla. Hacen cola para hablar con ella. Ella siempre sonreía, nunca se la vio perder la sonrisa.
Su relación con Chiara Lubich se hace cada vez más estrecha: la tiene continuamente al día. El 19 de julio del ’90, le escribe: “La medicina se dio por vencida. Al interrumpir la cura, los dolores en la columna han aumentado y ya casi no logro girarme hacia los lados. Me siento tan pequeña y el camino por recorrer es tan arduo…, con frecuencia siento que el dolor me vence. Sin embargo, es el Esposo que viene a mi encuentro, ¿verdad? Sí, yo también lo repito contigo: ‘Si lo quieres tú, yo también lo quiero’… ¡Estoy contigo en la certeza que junto a Él venceremos al mundo!”.
La respuesta de Chiara Lubich llegó inmediatamente: “No temas, Chiara, darle tu sí a Él momento por momento. Él te dará la fuerza, ¡créelo! Yo también rezo por esto y estoy siempre allí contigo. Dios te ama inmensamente y quiere penetrar en la intimidad de tu alma y hacerte experimentar gotas de cielo. ‘Chiara Luce’ es el nombre que he pensado para ti: ¿te gusta? Es la luz del Ideal que vence al mundo. Te lo mando con todo mi afecto...”.
Al avanzar la enfermedad, se necesitaba intensificar la dosis de morfina; sin embargo, Chiara Luce la rechaza: “Me quita la lucidez, cuando yo puedo ofrecerle a Jesús sólo el dolor”.
En un momento de particular sufrimiento físico, le confiesa a su madre que en su corazón está cantando: “Heme aquí, Jesús, también hoy delante de Ti…”. Resulta ya claro que pronto podrá encontrarlo y se prepara. Una mañana, después de una noche difícil, le viene espontáneo repetir en breves intervalos: “Ven, Señor Jesús”. Son las 11 cuando, inesperadamente, llega a visitarla un sacerdote del Movimiento. Chiara Luce se alegra muchísimo: desde que se había despertado, en efecto, deseaba recibir a Jesús Eucaristía. Este se volverá su viático.
[Video: Entrevista a los padres de Chiara Luce]
Chiara Luce parte para el cielo el 7 de octubre de 1990. Ya había pensado en todo: en los cantos de su funeral, en las flores, en su peinado, en su vestido, el cual quiso que fuera blanco, de novia…y con una recomendación: “Mamá, cuando me estés preparando, deberás repetir en cada momento: ahora Chiara Luce ve a Jesús”. Al su padre, que le pregunta si estaría dispuesta a donar sus corneas, le responde con una sonrisa luminosísima. Luego, un último saludo a la mamá: “Adiós, tienes que ser feliz porque yo lo soy”, y una sonrisa
a su padre. En el funeral, celebrado por el obispo diocesano: cientos y cientos de jóvenes, y muchos sacerdotes.
Los integrantes del Gen Rosso y del Gen Verde, dos conjuntos musicales internacionales del Movimiento de los Focolares, hicieron hueco entre los compromisos de su agenda para interpretar los cantos que ella había escogido.
La fama de su santidad se difunde. El obispo de la Diócesis de Acqui, Mons. Livio Maritano, el mismo que la confirmó y la visitó varias veces durante la enfermedad, el 11 de junio de 1999 abre la fase diocesana del proceso de beatificación: “Me pareció que su testimonio es significativo particularmente para los jóvenes. También hoy hay necesidad de santidad. Es necesario ayudar a los jóvenes a encontrar una orientación, un objetivo, a superar inseguridades y soledad, sus enigmas frente a los fracasos, al dolor, a la muerte, a todas sus inquietudes”.
El 3 de julio de 2008, Chiara fue declarada Venerable y el 19 de diciembre de 2009, el Santo Padre reconoce el milagro concedido por su intercesión, lo que abrió camino para su beatificación, que ha sido celebrada el pasado 25 de septiembre en la basílica romana del la Madonna del Divino Amore.
miércoles, 27 de octubre de 2010
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