domingo, 17 de enero de 2010

Modelo para los jóvenes


Así lo propuso Juan Pablo II antes de declararlo beato en 1992. El Hermano Rafael Arnáiz fue un joven entregado absolutamente a Dios.
El día 15 de enero, él fue el protagonista del testimonio en el Adoremus y el clima de silencio y oración que se creó fue impresionante, mediante la explicación de su vida y una presentación de power-point con textos suyos, todos estábamos pendientes de las palabras de este joven santo: "Al acercarme a comulgar, me acordaba del apóstol san Juan, a quien dejaste reclinar sobre tu pecho durante la Cena. ¿Acaso tengo yo que envidiarle? Sí sus virtudes, pero no tu amor..."; "De mi ventana al Sagrario hay pocos metros, y entre esos metros, unas débiles piedras tomadas del sol. ¡Qué más vista puedo desear!... ¿Qué hay en el mundo que pueda a mi alma llevar más gozo, ni más atractivos?
La vida sencilla de entrega desmedida a Cristo de este oblato trapense de 27 años nos dejó un mensaje claro y profundo para los jóvenes del siglo XXI: la santidad es posible y es la meta más alta a la que se pueda aspirar, la única por la que vale la pena darlo todo.

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